ARTÍCULO DE OPINIÓN DE ENRIQUE BADOSA: ¡DEMASIADO, DEMASIADO TURISMO!
22-6-2005 02:33:13

¿QUE estoy clamando por la limitación del hecho cultural y económico que significa el turismo? No exactamente, pero sí pienso en que junto a sus beneficios, el turismo también conlleva perjuicios que ni en nombre de la economía ni siquiera de la cultura se deben obviar. Entre otras razones, porque acabarán perjudicándolas, y no poco. Puede que la cosa esté comenzando ya. Por lo menos, así se diría. Primero, la palabra «turismo» y «turista» se referían a clase pudiente que se permitía viajar por placer e interés sobre todo cultural. Con la democratización de la vida y más extendido poder económico, los términos «viaje» y «viajero» recuperaron prestigio. El turismo devenía hecho poco a poco colectivo, por no decir masificado, mientras que lo relativo al viaje volvía a ser, por mucho más caro, propio de elites con posibles.El turismo ha llegado a constituir un fenómeno de masas, por lo menos en este Primer Mundo. Masas afortunadamente más acomodadas que tiempo ha. Gentes con intereses culturales o de meras ganas de viajar en vacaciones. Con un cierto poder adquisitivo o con facilidades que da una entidad como el Imserso. Hoy, pues, viajan como turistas, y casi siempre poco menos que masivamente, numerosísimas personas. Muy bien. Los placeres del arte, de la cultura, del viaje, etcétera, no tienen que ser una cosa elitista. Todo el mundo tienen derecho a ellos. Con el aumento del bienestar económico, de día en día y durante todo el año el turismo experimenta un auge como tal vez no se podía pensar. Pero, pero...Pues que tal auge conlleva acumulaciones que están llegando a preocupar a los responsables de la conservación de los lugares ilustres y por lo tanto objeto del deseo del viajero y del turista. Lo mismo si se trata de bellos parajes junto a mar que de museos, monumentos. En muchas ocasiones y cada vez más, la acumulación llega a hacer incluso ingrata la visita a esa pinacoteca, a esa playa «paradisíaca». Los carteles turísticos nos anuncian hermosos lugares en los que no hay nadie, pero una vez allí... Para entrar en museos importantes, pues largas colas, e incluso horario de permanencia limitado. No es mero capricho, va siendo necesidad. Y de seguir así, tal vez llegue un tiempo no lejano en que lo mismo playas que monumentos serán casi de imposible acceso. Y de algún modo se impondrán limitaciones. Algo parecido estuvo a punto de suceder respecto a Venecia, si no recuerdo mal. Sometida a la presión de las aguas, ¿podrá la plaza de San Marcos resistir el peso de miles de personas? ¿Y el respirar, contaminante siempre, en el interior de los museos?¿Hay quien teme que se esté llegando a un punto crítico? ¿Con el tiempo se restringirá tajantemente la contemplación de obras de arte? ¿Tendremos que recurrir a réplicas como las de las Cuevas de Altamira o las Cariátides de la Acrópolis de Atenas? ¿Y quién sabe si a copias que susbtituyan esculturas, cuadros? De ahí que haya escrito esto del título. En cierto modo demasiado turismo, demasiado turismo. Pero cómo, si no evitarlo, por lo menos ordenarlo. Y ordenarlo lo mismo por lo que atañe a la masificación que a otro aspecto de grandísima importancia.Una aglomeración turística perjudica mucho a obras de arte y parajes bellos, pero hay algo que no perjudica menos: el a menudo incivilizado comportamiento de no pocas personas que a lugares tan respetables como los citados abocan desde sus malos modales a su personal suciedad. ¿Habrá que crear un cuerpo de policía turística que a menudo ya se echa de menos en ámbitos agredidos por el vandalismo que es la falta de pulcritud y de buenos modales?